el día 27
Hace años, un hombre compró una vieja casa de campo para convertirla en un lujoso hotel.
No sé si los materiales de construcción en aquella época estarían tan caros como ahora pero aún siendo baratos me parece una tarea complicada.
El día que terminó la obra y todo estaba listo para la apertura, se acercó a la "city" de Londres para dar a conocer su nuevo y reluciente hotel.
Cogió la maleta y entró con las 500 libras que le sobraron de la obra en una agencia de publicidad, para dar a conocer su nuevo hotel y que los futuros huéspedes reservaran sus habitaciones.
El director de la agencia lo mandó directo al becario, por que con 500 libras en una de las mejores agencias de publicidad no te llega ni para el título del anuncio.
El becario, el más joven de la plantilla le propuso invertir ese dinero en tarjetas postales baratas y enviar por correo directo a personas del barrio.
En la época de las grandes producciones de televisión, anuncios en los que se invertían grandes capitales en captar la atención de la pequeña pantalla y de las grandes vallas publicitarias, ese muchacho dio en el clavo. Con una inversión ridícula en un sistema anticuado consiguió que su primer cliente inaugurara el hotel con todas las habitaciones ocupadas.
Hoy, años después, la publicidad es otra. Escribir un párrafo o incluir una carta de agradecimiento en un pedido es algo que sorprende al receptor.
En tiempos modernos hacer las cosas como antes, cuando se hacían de otra manera es raro y sorprende.
El día 27 de este mes, haremos (de nuevo) algo de otro tiempo, de otra época, un producto que creo que es sincero, sin artificio ni disfraz, algo sencillo.
El lomo "nude".
Vuelve la segunda entrega de este lomo sin pimentón que tanto os gustó el año pasado.
No sé como será este año, aún no lo he probado, no sé si tendrá el nivel de veta que tuvo, ni si os volverá a gustar, lo que si sé es que se ha hecho como antes, respetando el producto y con la curación necesaria para que tenga ese sabor tan especial.
Es todo.
Pasa buena tarde.
Pd: el becario que estaba al final del pasillo de la agencia se llamaba David Mackenzie Ogilvy, más conocido hoy como David Ogilvy. Fundador de la agencia Ogilvy & Mather, creador de campañas de publicidad históricas para marcas realmente grandes. Famoso por tratar a los consumidores con algo tan sencillo como es el respeto y la empatía.